LAS SENDAS DE LA HUMANIDAD


En Sacrificio, cada tribu sigue una Senda, una serie de directrices que determina los pasos que ésta sigue para satisfacer a la Oscuridad que Susurra, sus creencias sobre la Llama Eterna, o sus propios dogmas ya sea sobre el renacer de la humanidad o sobre la cultura del submundo.

Resumiendo, la Senda distingue a una tribu de otra en cuestiones asociadas a la fe, como a su cultura o el propio objetivo de la tribu y la vida. La elección de Senda es el primer paso durante la creación de un personaje de Sacrificio.




Para el Sacrificio, esto significa que habrá crecido en un entorno único que lo diferenciará de aquellos como él pero que pertenezcan a otra Senda (y por lo tanto, a otra tribu). A efectos de juego, cada Senda otorga al Sacrificio bonificadores y ventajas únicas; en cambio, en el aspecto interpretativo, puede afectar a la personalidad del personaje y el cómo se enfrente al mundo que le rodea.
Tanto el Director de Juego como los jugadores deberían tener muy en cuenta que pertenecer a una Senda u otra puede crear ciertos conflictos morales entre los personajes que manejan a Pjs de Sendas opuestas. Pero en general, la gran mayoría de ellas comparten la veneración a la Oscuridad que Susurra y la búsqueda de fortalecer la Llama Eterna para entregársela al corazón del mundo como objetivo.
Por otro lado, los Sacrificios que poseen numerosos renacimientos tras de sí van desligándose cada vez más de su humanidad, y por lo tanto, de los conflictos entre Sendas, existiendo solamente para su cometido y la búsqueda personal de la verdad. Aunque esto varía mucho de uno a otro, claro.
De todos modos, vayamos dejando un poco de lado todo aquello que haga referencia al sistema y centrémonos en lo que a ambientación respecta. Hay numerosas Sendas en Sacrificio, pero aquí pondré de momento las más seguidas o con mayor impacto en la humanidad y su porvenir.

La Senda de la Luz
Se trata de la Senda más común entre los vestigios de la humanidad de Sacrificio, y por lo tanto el referente sobre la sociedad de este mundo. Defiende el mensaje original de la Oscuridad que Susurra y su devoción hacia esta y, a consecuencia de ello, ha mantenido intacto el culto al Sacrificio. Las tribus de la Luz tienen numerosas leyendas sobre el Sol, aunque estas varían de unas a otras, entre otras cosas debido a la poquísima comunicación entre ellas y el distanciamiento que han sufrido.
Mantienen que el corazón del mundo, tal y como contó la Oscuridad que Susurra mientras guiaba a los humanos hacia las profundidades en busca de la salvación, es su única esperanza para sobrevivir y crear un nuevo hogar para ellos, y que solo el recuerdo del Sol podrá lograr que ese corazón vuelva a latir, motivo por el que envían a sus Sacrificios constantemente en busca de esos valiosos "recuerdos del Sol". Por ello viajan constantemente abriéndose paso entre la oscuridad, acompañados por la Llama Eterna tanto para poder abrirse paso como para salvar el mundo.
Y, una vez lo logren, la humanidad renacerá en un mundo mucho más rico y seguro de lo que jamás fue la superficie, y la oscuridad desaparecerá de sus almas contaminadas. Todo, gracias a la Oscuridad que Susurra.
Debido a que esta Senda es la más importante, se desarrollará de forma más extensa en una entrada propia que hablará de la vida cotidiana en Sacrificio y el papel de las diferentes castas.
Están divididas en castas: guerrera, trabajadora, que a su vez está dividida en pequeñas subcategorías, y la honorable casta de los herreros, que generalmente se limita a una familia que ostenta este importante cargo. Lo más habitual e las tribus de la Luz son dirigidas por los ancianos, quienes tienen directamente a su mando a los Hijos del Fuego, el principal culto religioso de Sacrificio y nacido en la Senda de la Luz.
La Senda de la Ceniza
Las tribus de la Ceniza son pocas y extrañas, pero han terminado por adoptar un rol vital en las sociedades de Sacrificio y la supervivencia de la humanidad. Por otro lado, y aunque resulte contradictorio, nadie valora como es debido la labor que estas pequeñas tribus llevan a cabo, creyendo que ser visitado por ellas atrae la mala suerte y el desastre.
Las tribus de la Ceniza son toleradas, pero no valoradas.
La Senda de la Ceniza se basa en un principio muy sencillo: tratar de recuperar lo que han perdido en la oscuridad, desde que abandonaron la legendaria superficie y comenzaron a adentrarse en las profundidades del mundo. Sus tribus se han autoimpuesto esta titánica misión, rebuscando en los restos de tribus extintas consumidas por la oscuridad o aplastadas por el paso del tiempo, intentando recuperar lo poco que quede de su memoria, investigando las misteriosas ruinas de los ecos del mundo que se diseminan entre los túneles del submundo, y, lo más importante, recuperando la ceniza de aquellas Llamas Eternas que ardieron en el corazón de los asentamientos de las tribus que no lograron sobrevivir o fueron abandonados desesperadamente.
Son tribus nómadas que nunca construyen asentamientos, sino que se dedican a viajar constantemente en grandes convoyes sin excavar la roca, sino dedicándose a transitar las galerías y túneles hollados por otros durante el paso del tiempo, lo que les facilita encontrarse con otras tribus. Además, a diferencia de las tribus de la Luz, que siempre se mueven hacia las profundidades, las tribus de la Ceniza lo hacen de forma errática, volviendo sobre los pasos de otros o siguiéndolos, para así intentar recorrer el terreno más amplio posible durante sus búsquedas.
Los herreros de la Ceniza no poseen una gran forja en la que poder realizar su arte, sino una herrería móvil en la que llevan a cabo sobre todo trabajos de mantenimiento de sus vehículos y herramientas para sus monturas y bestias de carga.
Viajan en enormes vehículos conocidos como orugas de hierro, nombre que reciben tanto por el animal que tira de ellos como por el armazón y numerosas ruedas del carro que arrastran tras de sí. Las orugas de hierro hacen la vez tanto de vehículo como de hogar, ya que en ellos tienen sus viviendas, almacenes, y por supuesto, su Llama Eterna, junto a la cual descansan sus ancianos.
La casta guerrera de la tribu está formada principalmente por exploradores y tramperos, y son conocidos ante todo por sus murciélagos adiestrados, que les ayudan a detectar amenazas para poder guiar a la tribu por caminos más seguros. No son tribus que hayan enriquecido el arte de la batalla, sino que se han preocupado más en conocer el terreno por donde se mueven y en evitar sus amenazas.
El resto de la tribu se dedica a guiar los vehículos, recolectar alimentos y cuidar de sus animales, aunque debería destacar a un tipo de individuos únicos de esta tribu y que les da una gran importancia: los Conservadores.


Las tribus de la Ceniza son las únicas que comparten con todos sus miembros el arte de la lectura y la escritura (o que directamente lo practican) y, aquellos que sobresalen en ello, son honrados con uno de los valiosos libros que estos han ido recolectando a lo largo de su historia, convirtiéndose así en Conservadores.

Los Conservadores protegen los libros como auténticas reliquias de la antigüedad, volúmenes de saber olvidado que recopilan distintas ramas del conocimiento que los humanos perdieron al adentrarse en la oscuridad y encontrarse con este mundo cruel y hostil en el que se vieron obligados a sacrificar el saber por la supervivencia. Memorizan el libro que se les entrega, investigando y practicando tras ello por su propia cuenta hasta que se convierten en hábiles sanadores, herboristas, alquimistas, arquitectos, etc. y terminan por ser una valiosa moneda de cambio con otras tribus.
Debido a su naturaleza, las tribus de la Ceniza tienen dificultades para abastecerse de alimentos o agua, y sobreviven gracias al trueque. Una de sus mercancías más solicitadas son los Conservadores, a quienes intercambian por algo de fuego de la Llama Eterna de la tribu a la que estos pasen a servir, acceso al agua del asentamiento, ganado, herramientas u otras mercancias.

Además de los Conservadores,  comercian con nombres. Como ya señalé en su momento en una entrada anterior, los nombres tienen poder en este mundo.

Poseen el sagrado Libro de Nombres, donde registran todos aquellos que encuentran durante las lecturas de sus libros, y a su vez borran aquellos que las tribus con las que se cruzan ya han usado o los que encuentran en la piedra del Sacrificio de los asentamientos abandonados que visitan.
Para un Sacrificio, un nombre es un sello de identidad único, que asegura su regreso a la Llama Eterna tras la muerte, y garantiza la posibilidad de su renacimiento. Cuando una tribu se queda sin Sacrificios, las tribus de la Ceniza les entregan un nombre que nunca haya sido usado. A cambio, la otra tribu les entrega los nombres de aquellos Sacrificios que han sido consumidos por la oscuridad o no cumplieron con su deber, para que los apunten en los nombres que no deben volver a ser usados, y así pasen al olvido y desaparezcan para siempre.



Pero, aquello que convierte a estas tribus en uno de los pilares más importantes para la supervivencia de la humanidad, es el comercio de ceniza. La ceniza que la tribu recolecta en asentamientos perdidos es su principal moneda de cambio. Es valiosa, ya que esta ceniza aún recuerda el calor de la Llama Eterna. Esto puede ayudar a llamas débiles de tribus pequeñas, o incluso a avivar un nuevo fuego para aquellas que lo hayan perdido y vaguen a ciegas en la oscuridad, condenadas a la extinción o a algo peor...
Cualquiera podría pensar que esta labor de tratar de salvar a los condenados ha convertido a las tribus de la Ceniza en dignos de admiración por el resto de tribus, pero nada más lejos de la realidad. Los han convertido en parias, despertando desconfianza y miedo en aquellos que las ven llegar a su hogar, ya que creen que encontrarse con los seguidores de la Senda de la Ceniza significa que tu tribu está cerca de desaparecer, a punto de sufrir una calamidad y por ello acuden en tu ayuda.



La Senda de la Sombra




Todas las tribus que siguen esta Senda han nacido de la misma manera: cuando la Llama Eterna de su asentamiento se extinguió. Perdidos y arrastrándose por la oscuridad, los humanos que pierden el fuego de la Llama Eterna están condenados a la degeneración de la mente, el cuerpo y el alma, hasta acabar muertos, o convertidos en algo horrible.

La mayoría de tribus que pierden la luz de su llama tratan de regresar a la superficie, tal y como dicta la tradición, para construir un hogar donde morir en paz bajo el recuerdo del sol. Otros, llevados por el miedo y la desesperación, se internan a ciegas en las profundidades para huir del castigo de la Oscuridad que Susurra, y porque saben que ir hacia la superficie equivale a una muerte segura. Saben que es una tarea imposible.

A veces, estas almas cobardes encuentran otra tribu en su camino e intentan unirse a ella, o, si están realmente desesperados, robar su fuego; en otras ocasiones, una tribu de la Ceniza les entrega lo necesario para poder encender de nuevo una Llama Eterna, salvándoles de sí mismos, aunque la oscuridad ya formará parte de ellos para siempre. Sea como sea, la mayoría desaparece y mueren de un modo horrible, pero unos pocos "elegidos" consiguen salvarse y crear una nueva tribu, según ellos, gracias a la Oscuridad que Susurra de la que en un principio huían, que los guió a la salvación entre las sombras, otorgándoles su perdón bajo la débil luz de una nueva Llama Eterna. Pero la vida pasada en la soledad de las sombras los cambia profundamente, afecta tanto a sus cuerpos como a sus mentes, degradándolos aún más de lo que ya estaban. Les hace ver lo que lleva tanto tiempo gestándose en sus almas, y lo aceptan. Al igual que la luz, la oscuridad es ahora también parte de ellos.
Se convierten en retoños de la oscuridad, y pasan a ser odiados por el resto de humanos.
Por desgracia para las tribus de la Sombra, la Oscuridad que Susurra es una entidad caprichosa y cruel que se cobra con creces la segunda oportunidad que les otorga a aquellos que le fallaron. A cambio de salvarles la vida, convierte a estas tribus en miserables siervos de sus más deleznables designios. Las tribus de la Sombra están mucho más unidas a esta misteriosa entidad que el resto de la humanidad, su voz es para ellos mucho más clara, pero a su vez mucho más severa. Son fanáticos dominados por el miedo que sienten hacia ella, criaturas lamentables capaces de cualquier cosa por recibir su perdón. Las tribus de la Sombra viven para satisfacer a esta voz, y para ello se convierten en sus brazos ejecutores. Cuando una tribu o un individuo disgusta a la Oscuridad que Susurra, ésta envía a las tribus de la Sombra a manifestar el castigo sobre ellos en su nombre. Su vida se convierte en un sin fin de vejaciones y acciones retorcidas y crueles, cayendo cada vez más bajo, esperando el perdón de la Oscuridad que Susurra, con la lamentable y vacía esperanza de que algún día podrán volver a la Senda de la Luz.



Aunque el caos y la anarquía son las palabras más adecuadas para describir la burla de orden social en el que viven, siguen ciegamente a sus ancianos, que cumplen el papel de autoritarios líderes espirituales, crueles y severos como la entidad a la que intentan satisfacer. Nadie teme más a la Oscuridad que Susurra que los propios ancianos, y este es el motivo por el que sus castigos son desproporcionados y su odio hacia quienes no hacen todo lo posible por cumplir sus deseos es ilimitado.
Los miembros de la tribu, temerosos y desesperados, cumplen con cualquier cometido que se les asigne, aunque tengan que dar su vida para ello. Temen más el castigo que puedan sufrir que a la propia muerte, y creen que si lo hacen cumpliendo con su deber, alcanzarán la redención y sus almas volverán al sol.


A diferencia de las demás tribus, es muy improbable que posean un herrero, ya que estos devotos de la luz preferirán morir antes que adentrarse en la oscuridad a la que tanto temen (esto será explicado en la entrada sobre vida cotidiana).
Fabrican armas con piedra y hueso, y se dedican a saquear y cazar todo lo que encuentren en su camino. Los Hijos del Fuego en sus tribus son escasos y se les mantiene casi como a esclavos, para que mantengan la marchita Llama Eterna que les entregó la Oscuridad que Susurra y castigados ante cualquier desfallecimiento que muestre su fuego. Las tribus de la Sombra temen y desean a partes iguales la luz del fuego, su presencia los daña, pero la obsesión por conseguirlo para alcanzar la salvación se convierte en una carga mental sobre los Hijos del Fuego de estas tribus, convirtiéndose en unos mártires humillados constantemente.
No hay distinción de castas más allá de los ancianos que hablan por la Oscuridad que Susurra, todos viven por y para satisfacerla, suplicando un poco de su misericordia.
Practican el canibalismo, pues creen que comiendo la carne de sus iguales adquieren la humanidad que estos poseían. Todo en su vida se mueve por el miedo, el fanatismo ciego y el egoísmo, eliminando y devorando a cualquier herido que crean que se convertirá en un estorbo. En épocas de hambruna, las tribus de la Sombra se sumergen en una orgía de asesinatos, eliminando a los miembros débiles para alimentar a los fuertes.

La Senda de la Sombra es un miedo constante en el resto de tribus, un recordatorio de aquello en lo que podrían convertirse, motivo por el cual las combaten allá donde las encuentran, sin misericordia alguna. No sería la primera vez que, por sentir lástima, una tribu ha sucumbido ante los Hijos de las Sombras, desapareciendo o, aún peor, sufriendo el mismo destino que estos.




La Senda del Dragón



Dicen que el Dragón es una de las muchas formas que puede adquirir la Oscuridad que Susurra a la luz de la Llama Eterna, que es una de las voces que habla a los ancianos en sus sueños más profundos. Sin embargo, los seguidores de la Senda de la Luz aseguran que el Dragón es un falso dios, un ente embustero que ha engañado a un Sacrificio cuya fe había comenzado a marchitarse, corrompiendo su alma y la luz de su Llama, apartándolo del camino guiado por la Oscuridad que Susurra.

Hay grandes diferencias entre esta Senda y todas las demás, pero las mas significativas son las siguientes: se trata de una única tribu, y está liderada por un caudillo, un Sacrificio que dice seguir los designios del Dragón, el verdadero y único avatar del sol.
A pesar de ser una única tribu, es indudablemente poderosa. Se entrega por completo a la guerra y la conquista, vivendo por y para ello, convirtiendo sus vidas en una interminable campaña bélica cuyo final es difícil de vislumbrar. El Dragón pide sangre y muerte, quiere reducir el mundo a cenizas hasta que solamente arda una única llama, la de su tribu, poderosa e intensa como ninguna otra que haya existido jamás, que ocupe el lugar del Sol para aquellos que siguieron su voz.

La casta guerrera domina esta tribu, y tanto los Hijos del Fuego como los ancianos solo tienen un papel de consejeros espirituales de su caudillo. Este líder militar se llama Quilmeash, y como Sacrificio es una rareza, ya que lleva vivo casi dos siglos sin que la oscuridad apenas haya tocado su alma. Se llama a sí mismo el profeta de la Sierpe, y asegura que escucha la voz del Dragón y él tan solo es su brazo ejecutor. Aunque sin duda sufre delirios de grandeza y es difícil saber hasta qué punto es un rebelde contra la cultura del Sacrificio o solamente un genocida, su presencia atrae a muchos, y genera una gran devoción y admiración entre sus seguidores, incluso entre aquellos que son conquistados. Aquellos que no pertenecen a la privilegiada casta guerrera son trabajadores con el nivel de vida de un esclavo (normalmente prisioneros de tribus conquistadas) que viven por y para satisfacer a los guerreros. Aunque se rigen por la ley del más fuerte, la sociedad que han creado es más compleja de lo que el resto de tribus creen, y no son simplemente los salvajes sanguinarios en lo que los han convertido.
Sus asentamientos siempre son fortificados y suelen ser grandes para dar cobijo tanto a sus miembros como a aquellos que vayan consiguiendo durante sus invasiones. Mientras el asentamiento posee provisiones con las que mantenerse, la tribu del Dragón se dedican a entrenar a sus tropas y explotar a sus herreros. Una vez estas comienzan a escasear, o cuando el Dragón así lo desea, se inician las incursiones. Estas escaramuzas se llevan a cabo en zonas relativamente cercanas a la fortaleza, aunque las tropas de la tribu pueden marchar durante meses si es necesario. Por el camino, se dedican a saquear todos asentamientos que se encuentren por el camino, asesinando a ancianos, secuestrando a mujeres, niños y herreros para fortalecer su propia tribu, saqueando sus almacenes, robando su ganado. Los guerreros que no mueran en la batalla pueden decidir unirse al Dragón o ser ejecutados.
Pero, lo más importante y el objetivo de estas incursiones es, principalmente, robar las Llamas Eternas del resto de tribus.La tribu del Dragón existen para ello. Tomar para sí las Llamas Eternas de tribus inferiores, fortaleciéndose en el sangriento camino de su guerra en la oscuridad. Cuanto mayor es el fuego de la tribu, más clara es la voz del Dragón para Quilmeash y mayor es su propio poder. Hay leyendas de supervivientes a sus incursiones que cuentan que han visto a una bestia gigantesca y horrible que respiraba fuego junto al Sacrificio monstruoso que comandaba las hordas del Dragón mientras la muerte y la destrucción caían sobre ellos.


La Senda de la Unión
Antes de hablar de esta Senda, es necesario que diga que en este caso hablar de sus seguidores como tribus, no sería correcto. Los que han elegido seguir esta Senda van mucho más allá, y han creado el único asentamiento permanente del mundo de Sacrificio. Se trata de una novedad que, por supuesto, es rechazada por la inmensa mayoría de las tribus de Sacrificio, mucho más tradicionales.
Inicialmente la Senda de la Unión nace de la alianza entre varias tribus que encuentran un gran asentamiento en las profundidades que les garantiza todo lo necesario para sobrevivir. Recursos aparentemente ilimitados con los cuales no deben continuar viajando y por fin pueden disfrutar de una paz duradera y una estabilidad que les permite desarrollarse como sociedad y civilizacion más allá de lo que hasta el momento podían permitirse. Este crecimiento fue tan acentuando que su número creció rápidamente, y otras tribus fueron uniéndose lenta pero irremediablemente, hasta crear una inmensa ciudad que deja de lado a la Oscuridad que Susurra e incluso el culto del Sacrificio, creyendo que pueden proliferar en ese lugar.
Esta ciudad fue llamada Renacimiento, y se hablará en profundidad sobre ella en otro momento.

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